Guerra en Medio Oriente Revolución en Kurdistan

kurdistanMaria Alvarez

Rojava es el único lugar en el mundo donde las mujeres tienen la misma posición social que los hombres.
También se puede decir que en esta parte de Siria, en medio de la guerra se desarrolla la sociedad más democrática que se conozca en nuestros días.
No hay otro sitio donde el pueblo ejerza el poder de manera directa, a través de las asambleas de los barrios, llamadas comunas y de sus propias fuerzas de autodefensa: las milicias populares, cuyos comandantes son elegidos por la tropa.
Tampoco existe otra región donde el liderazgo femenino se sostenga desde las estructuras del Estado, en este caso, desde el autogobierno, en todos los niveles de organización y coordinación de las comunas, consejos (distritos) y Cantones (equivalente a provincias). En todos se cumple la norma de co-presidencia, es decir los cargos están compuestos por una mujer y un hombre, y sus funciones pueden ser revocadas.
No hay otro sitio que tenga en el centro de la vida política y social a las mujeres, quienes cuentan con sus propias organizaciones autónomas civiles y militar (YPJ) y han creado consejos de mujeres, academias, tribunales, cooperativas, agencia de noticias.
En Rojava, los recursos naturales pertenecen y son administrados por la comunidad y la población kurda convive pacíficamente con otras minorías étnicas y religiosas, en base al respeto a la libertad de culto, el derecho a hablar su propia lengua, a practicar su cultura y a tener representantes en el autogobierno.
Fue abolida la pena de muerte y una de las primeras medidas que tomó la revolución fue la criminalización de la violencia a las mujeres, prohibiendo una serie de normas feudales como el casamiento forzado o de niñas, entre otras, por eso los hombres que ejercen este delito no pueden ser parte de ninguna instancia de organización del autogobierno.
Esta revolución silenciada se inició en el 2012 cuando el levantamiento del pueblo kurdo obligó el retiro del ejército del dictador sirio Al Assad de sus tres cantones.
El mundo se enteró de la existencia del pueblo kurdo en el 2014, cuando ejército del Estado Islámico avanzaba tomando ciudades masacrando civiles. Entonces la ciudad de Kobane, uno de los cantones de Rojava, se transformó en símbolo de la resistencia y los medios de comunicación occidentales no pudieron ocultar que las heroicas milicias kurdas, provistas de escasas armas, detuvieron la expansión territorial de estos enemigos de la humanidad, provocándoles su primer derrota.
Sin embargo, la verdadera significancia de la presencia de combatientes mujeres, como parte de una lucha de emancipación fundamental, continúo siendo desconocida.
La lucha por la libertad de las mujeres es encabezada por las mujeres Kurdas en los cuatro países que ocupan el territorio del Kurdistán en Medio Oriente. Ellas pagaron y siguen pagando con cárcel, tortura, muerte y exilio, la osadía de luchar por la autodeterminación de su pueblo, al mismo tiempo que pelean por conquistar sus derechos y transformar la sociedad en la que viven, bajo el dominio del capitalismo y el patriarcado.
Por eso la revolución de Rojava, en medio de una economía de guerra, embargo comercial y bloqueo militar, con el 70 % del presupuesto volcado a los gastos de la autodefensa y la subsistencia basada en el sistema de cooperativas comunales, es asediada por los gobiernos regionales, aliados a las potencias europeas, Rusia y Estados Unidos.
Y es lógico, para los que promueven las guerras de rapiña imperialistas para dividir y reinar, la existencia de la autonomía democrática del pueblo kurdo es una amenaza para el control y explotación de los recursos naturales de esa área del planeta y también para la vigencia del patriarcado.
La revolución de Rojava cruzó las fronteras de siria y se extendió al sur de Turquía, donde viven 20 millones de kurdos y kurdas.
El presidente turco Erdogan, que dirige el 2º ejército más poderoso de la OTAN, intenta aplastarla con el bombardeo a sus ciudades, la masacre y el éxodo de sus habitantes.
No es casual que el levantamiento de la inmunidad a parlamentarios/as del partido pro-kurdo (HDP), dispuesto recientemente por el gobernante de este país, esté dirigido especialmente a atacar la representación de la mujer y su lucha, como denuncian las parlamentarias kurdas que podrán ser encarceladas por defender su causa.
La solidaridad con Rojava y todo el kurdistán es una tarea urgente, impulsemos todas las iniciativas que ayuden a romper el cerco informativo y el aislamiento internacional, en apoyo a la lucha de las mujeres y los hombres que a miles de kilómetros enfrentan a los mismos enemigos que nos explotan y oprimen a los pueblos de todo el mundo.

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